Recopilados por Yann Andréa -su amante-, durante el último año de vida de Marguerite Duras, estos fragmentos enfrenan al lector con una de las experiencias más particulares que pueda tener; cada frase forma un mosaico desigual y fascinante que desdeña cualquier pretensión de coherencia, mostrando a través de sus grietas la materia viva que lo sostiene: Es todo es un libro descarnado y hambriento, un libro de la agonía, del amor, a la vez intrigado y horrorizado por la muerte; acá está la Duras conocida y admirada, con esa voz perfectamente reconocible, insobornable sin embargo, la cercanía del final pareciera reducirla a sus formas más condensadas. Testamento y testimonio, Es todo nos proporciona la oportunidad de habitar, por así decirlo, la escritura detrás de la escritura, esa región feroz que rara vez podemos espiar - pero que, no obstante, siempre pareciera estar esperándonos.