El pasado es un abismo sin fondo, que engulle a tortas las cosas pasajeras, y el porvenir, otro abismo que nos resulta impenetrable; uno se vierte constantemente en el otro: el porvenir se derrama en el pasado atravesando el presente; estamos ubicados entre esos dos abismos y lo sentimos, pues sentimos el porvenir verterse en el pasado: esa sensación pone al presente al borde de un abismo.
Abismo nombra en griego lo sin fondo como aoristo nombra lo sin límite. A-byssos del tiempo.
Precisamente se denominan abismos los lugares más profundos del océano, allí donde la luz solar nunca llega.
(Pascal Quignard)