A partir de la pregunta: "de qué depende que un sujeto, frente a la irrupción de lo Real, frente a contingencias dramáticas de la vida, produzca un síntoma, una creación, un delirio, una anorexia, una adicción, una lesión u otra manifestación en el cuerpo? ¿Y tras una breve consideración acerca de lo que entiende por real, en sus dos modalidades de insistencia e irrupción, la autora buscara su respuesta en el proceso de identificación, el que se presentaría en tres modos o tres tiempos -se podrá quizá leer un debate latente, tras esta ambigüedad deslizada al pasar- relativos a momentos instituyentes de la estructura subjetiva tanto como de la conformación del Yo. La misma, precavidamente presentada como hipótesis argumentada, se formula: El modo en que cada uno de estos tiempos se realiza pondrá en evidencia la eficacia y las eventuales fallas de los elementos que entran en juego en cada uno de ellos cuando el sujeto deba responder frente a las contingencias traumáticas de su vida, y el lector finalmente, quiero decir al final del prolijo desarrollo de esta hipótesis en el curso del libro, a su vez juzgara si la autora logró -como yo lo entiendo, aunque no sin extremar los recursos de su inteligencia- sortear de una manera aceptable el doble escollo ofrecido por la muy difícil articulación entre el desarrollo (que no es la historia) y la estructura, así como las inevitables antinomias que resultan entre los por demás frecuentes postulados de tiempos instituyentes y una clínica que no sea la del déficit.