La desconfianza por el lenguaje y la reticencia frente a todo costumbrismo o lirismo genérico definen el ánimo desde el que escribe Mario Montalbetti: la aventura de los límites, la sensación general de accidente, la pregunta sin respuesta como senda para una poesía que piensa (es lingüista y ha dicho que -para él- el lenguaje es la misma materia como poeta y como científico: el mismo objeto de perplejidad, se entiende). Logra así una poesía única, nómade, de una resistencia y verosimilitud absolutas en sus múltiples variantes: cartas, letanías, narraciones, poemas de amor, clases o conferencias, epigramas, reescrituras. Trabaja con un concepto poroso de lo poético y,
"varado en el oasis sin papel higiénico", incorpora siempre lo bajo, lo situado, lo contingente, en su voluntad -pese a todo- de habitar, de estar en este mundo.
Heredero de una tradición vigorosa como la peruana, Montalbetti le hace honor habitándola con incomodidad y apartándose, agregándose más bien a la gran tradición intermitente y experimental de la poesía latinoamericana. Sus poemas remiten muchas veces a lo público (como parlamentos) sin dejar de admitir lo personal, y son siempre desconcertantes indagaciones de lenguaje que adquieren ecos políticos al atacar toda identidad y estereotipia. Sin embargo, si su actitud de crítica fanática podría hacer pensar en algo serio o desencantado, Montalbetti se zafa una vez más y marca una salida con su humor, con su risa, con imágenes sensibles en trazos precisos y económicos.
Pocas obras en la poesía en nuestra lengua tienen hoy la radicalidad e imprevisibilidad de la de Montalbetti. Huir no es mejor plan ofrece un panorama de sus libros de 1978 a 2016.