Una sociedad se sostiene y se desploma por los valores que promueve.
Ezequiel Stark, antropólogo cultural, especialista en fotografías familiares y narrador de esta historia, lanza frases como perdigones sobre los valores familiares, los valores etnográficos, los valores de las imágenes, los valores del arte y los valores faciales.
El tono es extraño, aforístico. Ezequiel tiene algo extraño, su Hermanita Matilda fue tildada desde muy pequeña como definitivamente extraña, su hermano Hart es tan normal que duele. Su madre repite: "Esto es crítico". Su padre se ahoga en un vaso de whisky. Los valores familiares colapsan. La etnografía intenta leer las fotografías pero fracasa. Los valores del arte apenas llegan a formularse. Quedan los valores faciales. En efecto, no solo no hay nada fuera de las imágenes, sino que "una superficie no es una mentira", aunque tampoco es una verdad. Una superficie es un misterio.
Acechado por las imágenes, por traiciones y lealtades que atraviesan generaciones e incluso especies (su guía espiritual es una mantis religiosa), Ezequiel decide indagar en los efectos de los feminismos en los hombres y confirma: Villa Macho está en peligro.
En cada libro, Lynne Tillman inventa y explora espacios de una hibridez inquietante. Si fuera una imagen, Hombres y apariciones sería como un pueblo fantasma en el mediodía de un verano tórrido, con sombras que caen como cuchillos, con presencias y espectros tanto del pasado como del futuro que llegan como piedras a formar un camino polvoriento y lleno de preguntas.