La literatura y el arte, el ensayo y la música popular, las pinturas e ilustraciones, en muchas ocasiones nos han permitido, al menos en Argentina, leer de manera más aguda y certera la realidad. A modo de simples ejemplos: El matadero, el Facundo, La vuelta del malón, el Martín Fierro, Los siete locos, Radiografía de la Pampa, Juanito Laguna, Los dueños de la tierra o El eternauta, tienen sin duda más política condensada que millares de discursos y proclamas de teóricos o dirigentes de la izquierda vernácula producidos con pretendida "intencionalidad política". Eso Miguel Mazzeo lo sabe y por ello apela una vez más al género o locus ensayístico como modalidad de diálogo e intervención, en este caso conjugado con ilustraciones viscerales -no es una metáfora, sino una descripción de los cuidados dibujos de Martín Malamud, verdaderos "exabruptos" visuales, para lanzar una posible interpretación desde Kush-, que co-constituyen la escritura y fungen de mirillas por donde asomarse al tortuoso submundo que late tras las sombras y el fetichismo mercantil y del poder estatal que nos constriñe la sensibilidad; a esa maraña de órganos, venas, vasos comunicantes y sangre que subyace a nuestra epidermis, sin la cual resulta imposible restituir la visión de totalidad amputada a diario por el capital, que nos confronta con nuestro ser hediondo y permite auscultar esta intrincada y escurridiza realidad contemporánea tan difícil de asir.