La poesía se renueva en este libro maravilloso como el ritual donde nos reunimos los ofendidos, los quebrados y los tentados por la muerte para acordar de que algo anda mal. Quienes en vez de irnos cuando otros se van, decimos ellos sabrán, y preferimos quedarnos para aferrarnos al amor y mirar en qué terminará la violencia. Aunque no son poemas sobre flores, vacíos y cuerpos deprimidos, estos son poemas sobre flores, vacíos y cuerpos deprimidos. También sobre la nostalgia como un golpe que, en el presente, nos da la memoria. Así, con predilecta audacia y sensibilidad sorprendente, disfraza de locura la tristeza. Porque este es un mundo donde la tristeza anda disfrazada hasta que un día cae una hoja como siempre y todas las cosas caen con ella. Y como es una lástima tener que caer para que alguien te ayude a ponerte de pie, yo creo que Caterina Scicchitano escribió Ni Europa ni Nueva York con austera belleza para dejarse caer como forma de resistencia. Poderoso en su desorden y rebelde contra la corrección, desea la justicia y nos regala las imágenes delirantes, inteligentes y necesarias para que el ayer y el hoy se equilibren, y tal vez así con un poco de suerte aprendamos a curarnos a nosotros mismos y recuperemos nuestros ojos. Por eso lector, lectora, ojalá puedas sacar cada uno de sus tornillos y encontrar el oro que hay en él.
Marie Gouiric