Históricamente, la censura ha sido entendida como la obra de un solitario, oscuro y delirante funcionario que ejerce el rol de "gran prohibidor" o, de manera alternativa y contradictoria, como un poder incorpóreo, asfixiante y omnipresente. Al margen de las diferencias, ambas representaciones invisibilizan a los grupos que la sostuvieron, ocultan sus prácticas y su proceso de producción y reproducción.
Noches de sano esparcimiento analiza la censura cinematográfica en Argentina a partir de concebirla como un espacio de negociación y conflicto basado en la lucha por la legitimación de determinados usos sociales del cine. Lejos de actuar puramente en el campo de la privación, la censura es un proceso cultural activo, que articula políticas de prohibición y promoción. Estas estrategias complementarias se orientan a un mismo objetivo: establecer los límites de lo decible. La censura no se limita a autorizar o prohibir, sino que define y redefine de manera permanente lo que puede ser dicho, de qué manera, por quién y a quiénes.
La censura durante el período 1955-1973 ha sido poco trabajada en comparación con el peronismo y la última dictadura militar. Sin embargo, se trata de un momento con una importante densidad histórica. Los grupos políticos y militares que se disputaban el control del aparato estatal, el empresariado cinematográfico local y transnacional, el clero y el laicado católicos jugaron un rol fundamental en la definición de las bases institucionales de un cine de orientación comercial entendido como mero entretenimiento, articulándolo con los cánones morales que bregaban por hacer del cine un adoctrinador de masas. Este acuerdo fue tensionado por el surgimiento de un movimiento modernizador cinematográfico que impugnó al cine entendido como un "sano esparcimiento".