Los trabajos de Samanta Doudtchitzky y de Adrián Koberwein presentan sendos análisis etnográficos de la implementación de una política social gestionada por el Ministerio de Desarrollo Social de Argentina e implementada a nivel local por Organizaciones No Gubernamentales. Se trata del Banco Popular de la Buena Fe o, como lo llaman sus protagonistas, "el Banquito": un programa de microcréditos inspirado por el modelo del Grameen Bank, que fuera fundado a mediados de la década de mil novecientos setenta en Bangladesh por Muhammad Yunus y actualmente es replicado en numerosos países. El hecho de que el Banquito sea el producto de la apropiación por una agencia estatal de una idea originada en el sector no gubernamental y difundida internacionalmente bajo el activo auspicio de los organismos multilaterales de financiamiento no es la menor de las varias fuentes de interés de estos textos. Dicho interés emana, también, del foco temático escogido por los autores.
El Banquito entrega a personas de bajos recursos microcréditos con garantía grupal y de palabra empeñada y sin garantía prendaria. Lejos de enredarse en las habituales discusiones -más bien normativas- sobre las posibilidades ofrecidas por esta modalidad de crédito para promover la "inclusión social" o el "empoderamiento" de los "pobres" propiciando su participación en el "libre juego del mercado", Doudtchitzky y Koberwein optan por examinar el lugar de las relaciones personalizadas en el ciclo de dar, recibir y devolver un microcrédito y su vinculación con la producción de derechos y obligaciones, tanto económicas como morales y políticas.