A Pablo Chacón le gusta contar siempre una historia que vio cuando era chico en ese programa perturbador que se llamaba La Dimensión Desconocida y que era escrito por Rod Sterling. El episodio que siempre gusta loopear en las sobremesas se llamó "El solitario" y tenía este argumento: un tipo debía cumplir una condena de cincuenta años en un asteroide. Para que no estuviera solo, le regalaban un androide cuyo nombre era Alicia. Cuando por fin le conmutan la pena al cabo de un año, un oficial lo viene a buscar y le informa que ya puede volver a la tierra. El tipo sólo puede regresar con un equipaje que no exceda los tres kilos. Alicia está condenada. El tipo está enamorado y no quiere dejarla por ningún motivo. El oficial sanja la cuestión disparando contra el androide, haciéndolo trizas. El reo queda desesperado mientras el oficial, enfundando su arma, le dice: "Todo lo que hay detrás tuyo no es más que soledad". El reo llora agarrándose la cabeza y dice, entre hipos: "Debo acordarme, debo acordarme siempre de eso". "Todo lo que hay detrás tuyo no es más que soledad" es un mantra que desde ese temprano capítulo de su vida viene repitiéndose Pablo Chacón. Para domesticar ese dolor, para detener el goce que también le provoca la misantropía, escribe libros notables: una teoría del insomnio, una arqueología de la soledad, varios libros de poemas y éste último, Digestión lenta, tal vez su obra central, el epicentro sísmico donde se narra cómo un hombre, por más cursi que nos pueda parecer la frase, muere de frío en el corazón del sol. Chacón es un astronauta paranoico, un buda de rivotril, un escritor de puta madre.