De nuestra loca geografía se nos ha venido diciendo desde la escuela que Chile limita al norte con el desierto, al sur con la Antártida, al este con la cordillera y al oeste con el océano. Este dato no tendría mayor importancia y sería un lugar común más de la educación tradicional si no fuera porque justamente en su simpleza radica una verdad profunda: estamos encerrados, y no solo de manera geográfica, sino que ese estado de clausura ha estado presente en nuestra indiosincracia mestiza desde la conquista y colonia hasta el día de hoy.
No obstante, estos límites naturales en la obra de Zurita son puestos a prueba desde la alegoría y el canto, como el derrumbe de las paredes de Jericó al son de las trompetas. Zurita ha cantado a esos límites justamente para que desaparezcan como límites y solo quede su colosal belleza y testimonio para el porvenir.
INRI viene a comprobar que toda geografía es a la vez una historia, y que esa historia, en el caso de Chile, es tan radical en su violencia y desmesura que justamente vuelve a convertirse en una geografía pero espectral, un lugar sin lugar: una tumba patria. Los acontecimientos recientes de este país que tienen que ver con la tortura, el dolor y la pasión no han podido ser cantados ni mucho menos narrados, salvo por notables destellos como lo fue Mito a su amor desaparecido y este propio libro.
(Héctor Hernández Montecinos)