El 20 de junio de 1996 un grupo de mujeres comenzó a recorrer las calles que atravesaban Agua de Fuego, un pequeño punto en el mapa de la Patagonia argentina al que todos conocían como Cutral Co, en tardío homenaje a sus originarios pobladores mapuches. Sabían que cerca de allí, en Plaza de la Loma o Huincul, otras mujeres habían dejado atrás sus casas y se dirigían a su encuentro. Algunas iban solas; otras, acompañadas por sus hijas y sus hijos pequeños, sus maridos o sus vecinos. Divisaban en su horizonte la torre que indicaba el ingreso a YPF, la otrora empresa estatal que había sido medular en sus vidas durante tantas décadas y que había dejado sin empleo a más de 4.000 personas desde que el gobierno la privatizara. Evocaban las esperanzas de antaño de escapar de la miseria con la indemnización invertida en un kiosquito, en un auto remisero o en un taxi. Pero nada de eso daba ya resultado.
Y como hicieron muchas mujeres en otras ocasiones en el pasado y en otras geografías, decidieron salir a la calle.
Fueron montando barricadas a su paso, alentándose entre sí, intercambiando bromas y miradas alertas. Algunas llegaron a la Ruta Nacional 22; otras, a la Ruta Provincial 17 o a las picadas, esos caminos de tierra alternativos a las rutas que se habían hecho en tiempos de YPF. Y allí se quedaron. Prendieron cubiertas y cuando las cubiertas se acabaron, prendieron troncos. Levantaron carpas y armaron asambleas mientras cocinaban para todos y discutían con todos. Y, finalmente, tomaron una decisión: permanecerían allí hasta que los humos de las improvisadas piras obligaran al gobierno provincial a cambiar la situación.
De historias como esta trata Rutas argentinas hasta el fin. Mujeres, política y piquetes, 1996-2001, cuyo objetivo es explorar los vínculos existentes entre la protesta social, la participación de las mujeres y el impacto político de las acciones colectivas promovidas por ellas en la historia argentina reciente.