El azar me ha hecho nacer en una familia en determinado momento y lugar de la historia. Estas circunstancias dieron determinado color a mi piel, a mi cabello y a mis ojos. Y el azar de la lotería genética me convirtió en varón.
Mi identidad como ser humano hubiese quedado bastante completa si una extraña evolución cultural no estuviese alerta para imponer otros aditivos a la misma.
A los siete días de nacer, me fue cortado un segmento de piel perteneciente al extremo distal del ilustrativo miembro de mi categoría sexual. Hecho que me incluyó en un grupo cultural originado en la religión hebrea, el judaísmo.
Este fue en realidad un ingrediente cultural más que se incorporó a mi identidad ya que antes había sido la inscripción como nacido en un grupo humano delimitado por determinadas fronteras geográficas (no naturales, sino, mas bien políticas) que, entonces, se llamaba Alemania. Recibí dos nombres que se agregaron al apellido que heredé de mi padre: Manfredo en alemán y Moisés en hebreo. Alemania, en 1929, año en el que me tocó nacer, estaba incubando otro elemento para resaltar la identidad cultural de algunos de sus privilegiados habitantes: el nazismo.
En aquél momento, en aquél lugar, un elemento identificatorio eliminaba al otro. O judío, o nazi. El azar me había elegido el judaísmo. Lo que marcó determinada ruta a mi futuro. Y el azar me llevó a los 9 años a Buenos Aires, seis meses después que Freud abandonaba Viena. Unos meses antes de comenzar la segunda guerra mundial.
La cultura humana me motivó a agregar nuevos elementos a mi identidad, eligiendo, tras muchos avatares, la profesión de médico, especializándome en el Psicoanálisis, con el que intento explicarme porqué la sociedad, la criatura y la cultura humana, es como es.
Una inquietante pregunta me persigue desde lejos: Todos estos "logros culturales" que conforman nuestra identidad cultural ¿son racionales? O, ¿son parte de una locura colectiva imposible de modificar? Y ¿qué significa "racional"? ¿Cuáles son los alcances y cuáles los límites de lo que podríamos entonces llamar "condición humana"?