Los textos de este libro son producto del empeño y el talento del autor, en un territorio donde se entrecruzan la herencia y la creatividad. Y en un tiempo en que no es fácil discernir la frontera entre una genuina tradición freudiana y el uso caricatural del término psicoanálisis en el mercado de la salud mental: léanse los títulos de los últimos congresos y los temas allí tratados con relación a los clásicos. Por eso pienso que el enfoque escogido por Javier es oportuno -diría imprescindible- para seguir navegando hacia tierras ignotas.
El psicoanálisis nació concluyendo el siglo XIX, momento cumbre del Iluminismo, que apuntaba a barrer el oscurantismo milagrero de las religiones. Entonces el lugar de las creencias fue habitado por una confianza absoluta, ilimitada, en la razón, para articular el nexo entre el mundo y la mente. El principio de realidad debe ser construido, no solamente constatado.
Desde el Proyecto de una psicología para neurólogos de 1895, Freud se aparta del sujeto cartesiano y se aleja de la meta del Adæquatio rei et intellectus de Santo Tomas para explorar incansablemente el pensamiento primitivo (y sus orígenes), donde convergen el infans, el salvaje y el neurótico.
El vértigo civilizatorio de los siglos XX y XXI, con sus progresos, barbaries y miserias, ha modificado los parámetros vigentes en tiempos de Freud. La magnitud de los cambios torna ineludible revisar lógicas y conceptos de antaño, y reexaminar el itinerario freudiano. Es lo que despliega aquí Javier García con sagacidad, prudencia y sensatez.
Marcelo Viñar