Plagios, azarosos y contingentes

Si insisto en llenar cuadernos y hojas, si acumulo horas de vigilia, puede ser que escriba algo que merezca ser leído por uno, dos o quizás tres lectores. No pienso más allá del tres y me cuesta llegar al cuatro. Si camino escribiendo pensamiento, si duermo soñando escritura, tal vez tenga un día fluido y algo escriba. Si dejo cualquier otro sentimiento de lado, niego el amor, tapo la angustia y olvido las tristezas, a lo mejor broten unas frases que despierten recuerdos. Tal vez, entonces, pueda construir un futuro anterior, que me permita virar el destino. Pero, fundamentalmente, si el azar me ayuda, algo escriba.